¿Qué es, al final, una vida, sino un obituario publicado en el mejor de los casos por un amigo? Trabajando en una antología decimonónica, me encontré con estas líneas que Francisco Sosa dedicara al poeta santanderino-mexicano Emilio Rey. Vaya esta nota republicada como modesto homenaje a su memoria.
Emilio Rey, el poeta y escritor modesto, el soldado republicano, ha dejado de existir ayer, y creemos un deber sagrado consagrar estas líneas a su memoria.
Nada habrá más triste, que la suerte que ha cabido a nuestro pobre amigo. Después de atravesar por largo tiempo una senda llena de espinas, cuando vislumbraba un descanso, un consuelo y, sobre todo, cuando ya miraba no lejano el día de poder ofrecer a los seres más queridos de su corazón, a sus hijos, un pan menos amargo que el de la desgracia, que tan tenazmente le persiguiera, ha sido arrebatado por la mano de la muerte, y se han tornado hoy en lágrimas, las que ayer fueron sonrisas de esperanza
Sosa, “Emilio Rey”, El Siglo XIX, 5-9-1871, p. 3.