% Centraleros: Algunas claves de lectura

  • ¿Por dónde entrar? Lo que me propongo es plantear algunas claves de lectura de esta novela, claves que no pretender dar una lectura autorizada ni exlcusive de la novela, sino tan solo identificar una posibidad entre muchas, a sabiendas, de que cada novela es una trampa.
    • La novela nos ofrece un primer gran arco, que es el de la ciudad, la doble vida de la ciudad, esa que se fragua entre lo que el narrador llama “el gran alebrije”, la Oaxaca de la postal y cuyo lema, musitado en una borrachera noctura, es “Oaxaca is beaitful”, a la que se opone esa otra ciudad, que el narrador describe con la Oaxaca real, cifrada en la Central de Abastos, una geografía humana irredenta e irredimible, donde, para parafrasear al narrador, “todos somos unos ojetes.”
  • Sin temor a equivocarme, y sin riesgo de malbaratar los golpes de la trama, diría que una de las frases más descarnadas y al mismo tiempo más reveladoras de la novela es una frase pronunciada por Brandon hacia el final de la novela:

“Si nuestras jefas, nos hubieran abortado, nos habrían ahorrado muchos sufrimientos.”

Esta frase, que evoca o, mejor, da un contenido próximo y cercano a la frase proverbial de de Sileno, el sabio sátiro de la tragedia de Sófocles, con que Nietzche comenzaba su El nacimiento de la tragedia (1872):

“Lo mejor para tí sería no haber no nacido, no existir, ser una nada. Lo segundo mejor que puedes desear es morir pronto.”

Como sabemos, la existencia de estra expresión en el mundo griego, a, que expresa a la vez un desafío a todo deseo, pues el deseo de no haber nacido es por definición imposible de satisfacer, así como un pesimismo trágico, condujo a Nietzche a desentrañar en el mundo griego, siguiendo el hilo de esta sabiduría trágica, una imagen del mundo griego diametralmente distinta que la serena compostura clásica.

Lo estremecedor de las palabras de Brandon, en la novela, es que no son ni una frase retórica, ni algo dicho a la ligera: la frase comporta el conocimiento secreto de Brandon. Brandon, como el Sileno, sabe y es este saber el que da a su frase un carácter oracular sobre el libro. Se diría que este conocimiento musitado, que asoma en momentos clavos del libro como para conjurar toda cercanía afectiva con Emilio, el segundo protagonista de la novela, es su verdadero secreto, la clave de sus actos y un punto de acceso a la novela.

  • Lo que me interesa señalar en la novela no es solo que esta plantea una visión del absurdo, sino algo que me parece aún más interesante, que plantea una economía de la narración en la que el horizonte de la caída, del desenso a los infiernos no es el horizonte,

A diferencia de todos los personajes de la novela, que como buenos representates de una siempre precaria clase media están abocados existencialmente a escollar o. por los menos a no caer en la escala simbólica de la clase media (posición expresada de manera paradigmática, por la madre de Brandon, que se precia de sus “contactos” y sus “amistades importantes” al mismo tiempo que detesta a quienes describe como “arribistas”) Brandon asume una trayectoria vital inversa: aceptar sin reparos y con una suerte de asumida fatalidad una movilidad social a la inversa, abandonado la escuela y el hogar familiara para volverse diablero en la Central de Abastos, adentrarse en las cantinas del Mercado y las riveras del Atoyac, y entablar amistad con un ser enigmático, Emilio, asaltante y chichifo que en muchos sentidos encargna

Pues si Brandon ha abandonado por motu propio la falsa protección del hogar familiar en un voluntarioso decenso a los infiernos, Emilio, asaltante y chichifo, nunca tuvo otra opción. La suya es la orfandad absoluta, el correlato subjetivo de la anomia social, cosa que Brandon le hecha en cara con crueldad cada vez que Emilio expresa el más mínimo atisbo de afecto.

  1. El asunto de la ciudad real contra la Oaxaca de postal. Es cierto, hay a lo largo de la novela ese afán de desemcascaramiento, esta oposición de la ciudad “real” a la ciudad imaginada, turística, fetichizada, de postal, que es paradójicamente también la ciudad histórica, etc. Sin embargo, me parece que esta oposición es en último término falsa, y es uno de las señas de inteligencia narrativa de Pacheco Zárate el saber ir más allá de las oposiciones, de ese afán de denuncia y desenmascaramiento que en el fondo sgue siento un gesto irónico y, por tanto, moralista; la idea de oponer algo más real. No solo por que lo real de la Central es igualmente construído, igualmente convencional, e igualmente caricaturizable que la ciudad de postal, sino porque desde la sabiduría trágica de Brandon este tipo de distinciones carecen de valor. Utilizando el lenguaje de la ciencias sociales, diríamos que el mundo en que la historia acontece es un mundo definido por la anomia, anomia social en el plano de las relaciones humanas, donde no hay posiciones claras y no opociciones más o menos definibles más allá de la lucha constant por la sobrevivencia; mientras que en el plano de la subjetividad lo que impera es un sentido de orfandad.